Viernes 28. Bus a Copacabana, la puerta boliviana al Titicaca, donde parece ser que lo único que hay que ver es la iglesia donde los lugareños llevan sus coches a bendecir con cerveza, flores, serpentinas... Barquichuela a la Isla del Sol. Nada más llegar a subir una escalera Inka de 200 mil peldaños de 30 centímetros de alto cada uno (a mi me sigue faltando el oxígeno a 3.800 metros de altura). Como se nos hace un poco tarde y las ruinas ya están cerradas, saltamos la valla y nos colamos en el templo Inka.
Sábado 29. Amanecemos en la Isla del Sol. Desayuno en una terraza con vistas al Titicaca. Paseo hasta la playa, donde está el embarcadero desde el que volveremos a tierra firme. Tiempo justo para despedirnos de Bolivia. Bus a Puno (provincia de Perú), con paradita en la frontera para conseguir un par de sellos más en el pasaporte. En Puno cambio de bus para continuar hasta Cuzco, donde llegamos más tarde de las 12 de la noche, sin alojamiento (¡bien!). Nos acoplamos a uno que venía en el bus y conseguimos un alojo para caerse de culo, una casita colonial con patio interior con árboles y lo mejor de todo (después de no recuerdo cuantos días) ¡¡¡agua caliente!!!
Domingo 30. Desayuno en el patio entre el solete y el fresquito. Paseo por Cuzco. Atardecer en el mirador de San Blas, y luego a beber cervezas con unos hippie guarros piojosos que estaban tocando la guitarra y el cajón flamenco en el lugar (raro raro raro).
Y mañana empieza la aventura del Machu Picchu. Cuando pensabamos que nos tocaría la opción fácil y cutre de pagar 200 dólares para meterte en un tren, llegar, hacer 4 fotos, y hacer el camino inverso del mismo modo, hemos conseguido como alternativa bici y trekking durante 3 días para llegar a las ruinas. Pero esa es una historia que aún no he vivido y será contada en otro momento.
Sábado 29. Amanecemos en la Isla del Sol. Desayuno en una terraza con vistas al Titicaca. Paseo hasta la playa, donde está el embarcadero desde el que volveremos a tierra firme. Tiempo justo para despedirnos de Bolivia. Bus a Puno (provincia de Perú), con paradita en la frontera para conseguir un par de sellos más en el pasaporte. En Puno cambio de bus para continuar hasta Cuzco, donde llegamos más tarde de las 12 de la noche, sin alojamiento (¡bien!). Nos acoplamos a uno que venía en el bus y conseguimos un alojo para caerse de culo, una casita colonial con patio interior con árboles y lo mejor de todo (después de no recuerdo cuantos días) ¡¡¡agua caliente!!!
Domingo 30. Desayuno en el patio entre el solete y el fresquito. Paseo por Cuzco. Atardecer en el mirador de San Blas, y luego a beber cervezas con unos hippie guarros piojosos que estaban tocando la guitarra y el cajón flamenco en el lugar (raro raro raro).
Y mañana empieza la aventura del Machu Picchu. Cuando pensabamos que nos tocaría la opción fácil y cutre de pagar 200 dólares para meterte en un tren, llegar, hacer 4 fotos, y hacer el camino inverso del mismo modo, hemos conseguido como alternativa bici y trekking durante 3 días para llegar a las ruinas. Pero esa es una historia que aún no he vivido y será contada en otro momento.
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