06 diciembre 2008

La Triple Espiral

Newgrange es una tumba colectiva situada en el actual condado de Meath, en la costa este de Irlanda. Data del año 3.200 a.C., lo que significa que este monumento del Neolítico es más antiguo que Stonehenge, en Inglaterra, o las Pirámides de Giza, en Egipto. Allí se han encontrado entre otros símbolos y laberintos, varias representaciones de la Triple Espiral, en la piedra de entrada al templo y en la cámara del mismo.

Para los celtas, el 3 era un número especial; consideraban que las cosas importantes vienen en tres fases, y creían que la vida se mueve en círculos eternos que se regeneran en cada punto. Y aunque no se sabe con certeza el significado de este símbolo, se le han otorgado numerosas interpretaciones:

- Cuerpo, mente, alma.
- Fuerza, honor y fortaleza.
- Pensamiento, palabra y hecho.
- Tierra, mar y aire.
- Las tres fases de la luna: llena, menguante, y creciente.
- El ciclo de la vida: nacer, morir y renacer.
- Las estaciones del año (los celtas sólo distinguían tres).
- Pasado, presente y futuro.

Así podríamos seguir hasta el infinito, relacionando aspectos que se ajusten a la triplicidad. Una de las teorías nos habla de la representación de la Triple Diosa, Brighid, que según la mitología irlandesa era hija de Dagda, y tenía otras dos hemanas, también llamadas Brighid. La Triple Diosa es la representación de los tres aspectos de la feminidad: la virgen, la madre y la anciana, representada, ésta última, como bruja (maiden, mother, crone). La mitología irlandesa llama
Fodla, Éiru y Banba a estas tres diosas patronas de la isla. 

Y cuando San Patricio llegó a Irlanda, consiguiendo evangelizar la isla, cosa que no habían logrado ni los romanos, se apoderó también de este y otros símbolos, decidiendo que la Triple Espiral representaba la Santísima Trinidad de El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

tiaaaa si es q eres más culta que la mismísima belén esteban!!!

Anónimo dijo...

Esa es una de las tantas manifestaciones simbólicas de la Diosa y representa el pasado, el presento y el futuro, al igual que las fases de la luna (creciente, llena y menguante). Todo esto parte de la tradición oracular comenzada en 30.000 a.C. por las mujeres que trazaban en huesos líneas para medir los ciclos de la luna y así armar calendarios menstruales (tratados de arqueología de la antropóloga Marija Gimbutas).