Viernes 11: partimos hacia la fea Milano.
Domingo 13 (mal día para volar): volvemos de la fea y agotadora Milano.
En medio, una pizza, a la cama, un panini, el Duomo, las Galerías, el Duomo, la Scala, el Duomo, los negros poniéndote pulseritas en los alrededores del Duomo, un centro comercial para pijos, el Duomo, un plato de pasta, un limoncello, el Duomo, 8 transbordos entre tranvías, la Iglesia donde está La Última Cena (por fuera), una calle donde estaba toda la gente que había en Milán en ese momento, el Duomo, un capuccino, el Duomo, Zara, el Duomo, H&M, Zara, un risotto que te cagas, una tarta casera con frutos rojos, un Baileys, a la cama. Un recepcionista timador con ganas de sacarse para pagar la cena el domingo, un tranvía en dirección contraria (soy demasiado rubia para aclararme con el funcionamiento de algo tan rudimentario como los tranvías), un biquini (¡¡¡¿cómo va a haber pan antes de las 10 de la mañana?!!!), 6 tranvías en la dirección correcta, la Iglesia donde está La Última Cena (por fuera, otra vez), una recepcionista "simpatiquíiiiiisima", el Castillo de Milán, una pizza, el Castillo de Milán por dentro, otros cuantos tranvías, Leonardo DaVinci caminando tranquilamente por la calle, recuperamos nuestras maletas de las manos del recepcionista timador, otro capuccino (que al fin y al cabo es un café con leche de toda la vida, con un poco de Cola-Cao por encima), otro tranvía, Milano Centrale (la estación de tren y autobuses) y el aeropuerto.
Domingo 13 (mal día para volar): volvemos de la fea y agotadora Milano.
En medio, una pizza, a la cama, un panini, el Duomo, las Galerías, el Duomo, la Scala, el Duomo, los negros poniéndote pulseritas en los alrededores del Duomo, un centro comercial para pijos, el Duomo, un plato de pasta, un limoncello, el Duomo, 8 transbordos entre tranvías, la Iglesia donde está La Última Cena (por fuera), una calle donde estaba toda la gente que había en Milán en ese momento, el Duomo, un capuccino, el Duomo, Zara, el Duomo, H&M, Zara, un risotto que te cagas, una tarta casera con frutos rojos, un Baileys, a la cama. Un recepcionista timador con ganas de sacarse para pagar la cena el domingo, un tranvía en dirección contraria (soy demasiado rubia para aclararme con el funcionamiento de algo tan rudimentario como los tranvías), un biquini (¡¡¡¿cómo va a haber pan antes de las 10 de la mañana?!!!), 6 tranvías en la dirección correcta, la Iglesia donde está La Última Cena (por fuera, otra vez), una recepcionista "simpatiquíiiiiisima", el Castillo de Milán, una pizza, el Castillo de Milán por dentro, otros cuantos tranvías, Leonardo DaVinci caminando tranquilamente por la calle, recuperamos nuestras maletas de las manos del recepcionista timador, otro capuccino (que al fin y al cabo es un café con leche de toda la vida, con un poco de Cola-Cao por encima), otro tranvía, Milano Centrale (la estación de tren y autobuses) y el aeropuerto.
3 comentarios:
Milan no es Italia. Es como Melilla en España.
No me jodas que no habéis visitado el Duomo de Milán...
te voy a regalar una camiseta de las rubias!!!
prometido
Publicar un comentario